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Mi semana en Xombit (XXXI)

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Hay fans y fans

Ayer mismo hable sobre la definición que hace la RAE de fan a propósito del Barça, y ya comenté que me parecía que se quedaba muy corta porque no alcanza expresar la complejidad del concepto, pero si hablamos de Fringe, la cosa se nos va de madre.

Desde su estreno, la serie de ciencia ficción de la Fox provocó grandes odios y pasiones (bueno, quizás tanto como pasiones no) por su naturaleza procedimental. Las expectativas eran altísimas porque si J. J. Abrams abandonó Lost para crearla es que debía ser la repera, pero muchos se sintieron decepcionados al ver que se trataba de una especie de X-Files 2.0.

Muchos espectadores la abandonaron a los pocos episodios porque les aburría la fórmula de caso por episodio, pero los que seguimos con Fringe hasta el final de la primera temporada recibimos una gran recompensa a cambio: una sorprendente y jugosa trama horizontal que nos dejó con cara de tontos y con ganas de más.

Esos elegidos que llegamos al final, dedicamos nuestro verano a evangelizar al pueblo llano con la promesa de un mundo mejor: una segunda temporada menos procedimental. Unos pocos nos hicieron caso e hicieron correr la voz, convirtiendo a Fringe en el fenómeno global que es (aunque sea básicamente en Internet), pero el problema es que a estos neofans tan sólo les gusta la mitología y la serie se resiste a perder su autentica naturaleza, es decir, la de procedimental.

Esto provoca que algunos se dediquen a alabar o pisotear cada episodio en función de la cantidad de nueva mitológica que contenga, y se acuerdan de la madre de Abrams (que por cierto hace mucho tiempo que ni pincha ni corta aquí) después de ver un episodio normal. Es por eso que el inicio de la cuarta temporada ha generado, de nuevo, división de opiniones y es que los neofans querrían que los guionistas no dieran las respuestas ya, pero los protofans confiamos en que ya llegarán (si les dejan).

Con esto no estoy diciendo que el inicio de temporada haya sido perfecto, porque no es así. Se notaba demasiado que intentaban atraer a público nuevo sobreexplicándolo todo, pero entiendo que es un peaje por el que tendremos que pasar si queremos que la serie continúe al menos una temporada más, aunque está muy difícil.

El misterio central del inicio de temporada será el paradero de Peter Bishop, pero los guionistas, como los buenos camellos, nos racionarán la información y nos la harán pagar muy cara. Se podría decir que hemos vuelto a la casilla de salida de la primera temporada, con la diferencia de que ahora tenemos la certeza de que la reaparición de Peter provocará una situación que ni los Observers se pueden imaginar. Pero m ientras tanto, el mundo sigue girando y los universos funcionando así que dejémonos llevar por ese multiuniverso naranja o marrón, y disfrutemos del viaje.